lunes, 8 de julio de 2013

Tu reflejo en mi pupila.

Todo me recuerda a ti, incluso el sabor amargo de este cigarro fumado frente al mar, incluso la brisa marina agitándome el pelo, acariciando mi mejilla. 
Cada rincón grita tu nombre, cada carcajada, cada replica a mis estupideces hace resonar tu nombre en mi cabeza, como un eco incomodo que que se encarga de recordarme lo que pudo ser.
Esta tortura constante me mata, me asfixia, me hace débil, agotando cada pedazo de mi cuerpo, hiriendo cada pedazo de mi alma, arañando cada pedazo de mi corazón.
El aire gélido de tus miradas, el desprecio patente en tu cara, tus escuetas frases, monosílabos que se clavan en mi costado como agujas de tejer.
Siento como el cielo cae sobre mi cabeza segundo tras segundo, gota a gota de luz, cegando mi mente hasta convertirme en una espectadora ciega y muda de mi propia desgracia, observando inmóvil mi destierro de ti.
Si pudieras ver en lo que me he convertido...
Si pudieras escuchar mis agónicos pensamientos...
Si pudieras tan solo rozar mi alma...
Si pudieras al menos ver lo que en el espejo yo he visto... Esa cara destrozada en el silencio... Esta cara consumida en lagrimas que secó el tiempo...
Si pudieras sentir el palpito de este corazón muerto... 


Sentir el golpe seco en el pecho que yo siento cada vez que te veo en mi horizonte...




Si pudieras ver el efecto de tu reflejo en mi pupila...

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