sábado, 18 de julio de 2015

- El arte de saber que estamos vivos

El arte está en una melodía de piano flotando en el aire, a cielo abierto, a corazón extirpado. El arte está en el cuadro del aspirante, que se desgarra por dentro para decir algo, porque de su nombre nadie sabe qué decir. El arte está en un bolígrafo, que se contonea sobre el folio dejando una marca tan personal como una huella dactilar, tan personal como la mano que escribe, y tan sólida como los sentimientos que emanan de ella. El arte es esa chica sentada a tu lado a la que no te atreves a decirle nada, ese momento en el que sabes que es un ahora o nunca, y que si se va la pierdes. El arte es el movimiento errante de las hojas movidas por el viento en la acera, no tan errante por sin rumbo como por no hallar comprensión. El arte está en esa gente que grita, que pelea por su pueblo y sus derechos, llenos de convicciones llegan, y se marchan llenos de moretones. El arte está en la rabia de una pelea, en la danza de dos cuerpos sacudidos por la ira, aunque la belleza se extinga cuando ambos se tocan. El arte está en la risa de un niño, en sus carcajadas sin control, a las que no importa si misa, juicio o hambre. El arte está en la lluvia que empapa, que inunda las calles y los corazones, que nos pone tristes y melancólicos los días de calor, y enfermos los días de frío. El arte está en el fondo de un copa, boca a boca con el tiempo, ambos perdiendo por sed de más de lo que os dieron. El arte está en la juventud, tanto tiempo por perder entre excusas y siestas, entre polvos insatisfechos y besos en puertas. El arte está en la vejez, en los recuerdos, en cada arruga que surca la cara de un anciano, en todos los años de historias que podrían contarnos. El arte está en la desidia, en ese sofá que te atrapa, esa película que te hace dormir, esa tarde gris en casa, el arte de hacer poco y mal. El arte está en el comportamiento errático de un adolescente, o de un bebé, o un anciano demente, el arte está en la falta de explicación para sus actos.

El arte es un punto, una coma, un punto y aparte. El arte es un signo de exclamación expresamente puesto en la oración para conferir un tono de emoción o de cabreo. El arte es un buenos días con un beso y un buenas noches con un abrazo.

Porque al final la vida es eso, empezamos con ganas de comernos el mundo hasta los huesos y acabamos sin dientes para poder comer. Aprovecha tu tiempo, porque, aunque pueden robártelo, una vez lo vives es para siempre tuyo - dijo una joven ilusa sentada en un cómodo sofá a la una de la madrugada. 
Lora Zombie.

viernes, 17 de julio de 2015

Besos de ceniza, besos de café.

No quiero que me moleste ni tan siquiera la hora cuando pierdo el tiempo contigo. En mi locura sé que el reloj se acelera cuando te acercas a mí. Transforma las horas en segundos ante nuestros ojos ausentes, sin remedio, no hay forma de escapar. Cada instante se convierte en menos cuando estás conmigo, cuando estoy contigo, cada tic y cada tac del reloj se me clava en el sentido común, que grita que debo irme, que no puedo estar contigo.

Cada milímetro que se mueve la aguja es una caída más sin remedio, una caída en tus ojos absortos que me observan fijamente, una caída en el aroma de tu piel, como una droga que consume mi agonía. Cada instante que pasa es una caída en tu sonrisa, en tus labios, que aún sin sabor a miel, a cerezas o a caramelo me hacen adicta, besos de café por las mañanas, besos de ceniza en las despedidas. 

Si cada fibra que te tocase supiera cuán afortunada me sentiría yo en tu cama; si cada gota de agua llorase por mí la distancia que se nos guarda; si cada minuto sin ti supiese cuánto me daña... Quizás así nos pararían el tiempo, quizás se disculpasen por cada aliento que perdimos vacilando en los andenes de nuestras idas, quizás así nos abandonarían en un lugar recóndito donde amarnos fuese nuestro deber, y los amaneceres nuestro castigo. Un lugar sin prisa, un lugar sin miedo, un lugar donde poder gritar, reír tan fuerte como quiera, un lugar donde las caricias no se vean pervertidas, donde el llanto no sea una debilidad, donde la valentía de amar se respete, un lugar donde los besos no sean incómodos para el resto del vagón, un lugar donde decir te quiero tenga más valor que pedir perdón.

Quizás si supiesen nuestro secreto, que estiramos el tiempo entre miradas torpes, manos no muy bien amaestradas, gestos patanes y palabras dichas al oído... Quizás así nos dejarían aparcados a parte, solo un tiempo, nos darían un descanso de este mundo atareado, sin pausas para paseos al atardecer. 

¿Es pedir demasiado que me beses otra vez?