domingo, 5 de enero de 2014

Sweet on you.

Los rayos de sol cruzando los diminutos huecos de las persianas, hasta alcanzar su piel, su piel pálida pero cálida, la luz del amanecer. El humo de un cigarro ascendiendo por encima de nuestras cabezas, mientras mis dedos ruedan por su piel, dibujando un corazón. Un abrazo eterno mientras las horas se transforman en minutos, y los minutos ni siquiera segundos llegan a ser. El éxtasis de sus labios en mis labios, el éxtasis de su piel tocando mi piel, el éxtasis de sus brazos rodeando mi cintura, ese éxtasis sabor a miel. Como si el oxígeno no llenase mis plumones, como si el mundo se detuviese entre pasiones.
El sonido de nuestros silencios, los besos mudos, la ceguedad de nuestras miradas, observando más allá del cuerpo, hablando sin decir nada, un 'te quiero' flotando en el aire, destruyendo toda hiel, los defectos dejan de existir, al igual que los problemas, las carencias, los excesos...
Las risas, las carcajadas infinitas, las cosquillas con ternura, los juegos de niños, los enfados tontos que se extinguen, las bromas, sus locuras...
La claridad de sus ojos, atravesándome como si mirase a través de un cristal, robándome el aliento.

Y se me hace insuficiente el tiempo contigo, no son suficientes los besos, las caricias, los susurros, las cosquillas, las caladas que se pierden, humo entre las sábanas de tu cama.

Somos humo que se mezcla en el ambiente, como combustible que prende.