miércoles, 3 de septiembre de 2014

Solo quiero...

Tan solo quiero despertarme un día y ver que estoy en un lugar que no conozco pero me resulta acogedor, con la luz del amanecer penetrando limpia en mi retina, unas cortinas blancas o azules semitransparentes cubriendo la ventana y derramándose hasta el suelo. Mirar la habitación, no muy grande, solo lo suficiente, y ver un armario de madera, las paredes pintadas de gris.
Un olor espeso en el ambiente, perfume quizás, o puede que la mezcla de dos perfumes... Un olor dulce, flotando en mi mente... Y llevarme los dedos a los labios recordando un beso, un beso cariñoso y eterno posado en mi boca, y sonreír y recordar entrecerrando los ojos. 
Y mirar hacia la derecha de una cama blanda y grande, con sabanas suaves y cálidas, y ver un bulto junto a mi en ella, un cuerpo semi desnudo, piel morena, la mas suave que jamás habré rozado con mis mejillas en un abrazo de consuelo desbocado, y unas manos marcadas por la pena y la esperanza, unas manos casi tan sensibles como su mirada, aún dormido podía verla a través de su nuca, una mirada compasiva y buena, una mirada de ternura cuando me observaba. Y sus labios... Sus labios nacidos del fruto prohibido, tan firmes para hablar como para rozarme el cuello, mientras mis dedos quedaban enredados entre su cabello y yo pedía a ese cielo en el que no creo, rogaba, que de enredo en enredo no pudiese soltarle, y se quedase conmigo para siempre, en aquella cama grande y blanda...
Solo quiero despertarme un día y ver que el tiempo ha pasado, que el está a mi lado, en una habitación y una casa para los dos, para pasar las horas debatiéndonos entre locuras sin nombre y obligaciones sin cabida, para respirar su aroma a cada instante, y perderme entre sus susurros al oído y sus caricias en las piernas, tumbados en un sofá blanco viendo una película que nos guste, porque os prometo que quiero estas con él el resto de mis días, y que cada mañana abro los ojos perdida porque no está aquí.

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